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D I R E C C I O N    T E A T R A L

 

EL DIRECTOR ESCENICO

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EL DIRECTOR ESCENICO

 

El teatro moderno con la continua absorción de los elementos técnicos, adquiridos de los más diversos órdenes con el fin de lograr mayor sugestión, exige imperiosamente la presencia de un concertador escénico de todos ellos.  

Llámasele director, meteur en scéne, régisseur o concertador, es tan necesario al espectáculo teatral como al ejército el comando o a la orquesta su conductor.


Síntesis de disciplinas diversas

   

en lo artístico y técnico, el teatro reclama un coordinador de ellas.

Diferentes denominaciones y conceptos: 


Jacques Copeau

   

animador dramático, tiene la idea de un coordinador de movimientos, de un concertador de partes en la armonía  del todo. 


Gouhier

    

 lo manifiesta ingeniosamente: ”Síntesis de artes, el teatro requiere un arte de la síntesis”.(L’essence du théatre,1943)  

Gouhier cree que en tal caso sólo hay animación escénica, cuando a la habilidad sigue el genio también en la puesta en escena hay  creación. O mejor dicho re-creación. “Re-crear, tal es, por cierto, el sentido de la puesta en escena”

  

escribe Gouhier (L’essence du théatre,1943). 

Recreación, porque se trata de acto generador motivado en creaciones anteriores o simultáneas, inspirados por el texto, por la actuación del actor, por el aporte de técnicos, de las formas, del color y de la luz. 

  

Para Gouhier el director escénico es el poeta de la representación.


André Villiers  

   

estima que, en rigor de contenidos, a quien corresponde con mayor exactitud la idea de posesión del arte dramático es al director escénico, pues siendo el teatro integración de elementos y el director un concertador de los diversos elementos, resulta el verdadero poseedor del arte escénico. (La psycologie de l’art dramatique, 1951)


Jean Béraud  

  

ha definido en uno de los capítulos de Initiation a I’art dramatique las atribuciones del metteur en scéne con los siguientes conceptos: 

  

“Un metteur en scéne es, en primer lugar, un hombre culto, o se hará. Tiene conocimientos extremadamente variados y extendidos: letrado, conoce sus autores y sabe adivinarles y explicarles todas las intenciones, lo que le permite dirigir la interpretación, obtener la cohesión necesaria entre los actores, proporcionarles la comprensión de la pieza que hace la homogeneidad del juego; decorador, conoce todos los recursos de pintura, la perspectiva, la iluminación, los efectos de detalle y de conjunto; artista de gusto, sabe realizar entre decorados, muebles, vestuario y accesorios, un acuerdo que sitúa los personajes y los caracteriza; en fin, psicólogo, comprende la naturaleza humana, se explica y comenta la evolución de los sentimientos y las ideas; en resumen, es un hombre que saca provecho para el teatro de todo lo que ve, de todo lo que oye; vive para el teatro y para los autores, que allí conviven.”


Pierre-Aimé Touchard  

cree que entre las múltiples funciones que cumple el director escénico, en ningún momento ha de quedar postergada la de pedagogo: 

   

“Muchos directores –escribe- se contentan con utilizar puestos a su disposición, sin formarlos. Pero, si se quiere que el artista tome gusto a su oficio, si se quiere que los ensayos sean una actividad creadora, importa que cada nuevo papel sea ocasión para un enriquecimiento, una conquista nueva en un arte que jamás podrá ser perfectamente poseído…”


Georges Pitoëff  

    

advierte la evolución vivida por el oficio de director escénico, precisamente a causa de la liberación de toda atadura normativa en sus trabajos. 

Hasta no hace mucho, las figuras dominantes en el hecho teatral eran el actor o el autor. 

El metteur en scéne debía ser fiel servidor del texto y guía experimentado para el intérprete. 

Poner en escena una obra era algo así como ponerse un traje de confección: fórmula hecha, clisé, uniforme, rutina, mecanización. 

 

Superado todo esto, ya en 1925 Pitoëff podía escribir: 

  

“ Cuando se habla de puestas en escena con un director, la primera cuestión que suele ponérsele es:  

   

-¿Qué sistema tenéis, cuales son vuestros?

Yo respondo:

-Ningún sistema; no tengo principios.

Se insiste:

-Pero, ¿preferís el decorado sintético, rechazáis el realismo?

-No sé. No pienso jamás en esos términos.

-¿Entonces?

-Yo llevo la pieza a escena.

-Pero, ¿Cómo?

-Es difícil de explicar. 

¿Cómo el director escénico hará representar la obra? 

¿Cómo “debe” hacerlo? 

En primer lugar, no “debe” nada. Es libre, absolutamente libre.”  

 

Pitoëff, afirma la libertad creadora del director escénico, semejante a la de cualquier creador en cualquier arte. Es un artista desde el momento que supera fórmulas y recetas; cuando ante la incertidumbre de dos caminos, elige y selecciona uno guiado por su intuición. 

   

Es lo que sostenía Jouvet al manifestar

  

“ Es siempre por intuición y nunca por sistema cómo un hombre de teatro elige la pieza para representar, se decide sobre la manera de decorarla, de hacerla interpretar y de presentarla ante el público”.(Temoignages sur le théatre-1952)  

 

Pitoëff, iniciado en las tablas como actor y culminado en su genio artístico como régisseur, concede al director escénico el primer puesto en la organización teatral.

  

“Para trasladar la obra escrita a la escena debemos darle existencia por medio del arte escénico. 

¿Cómo será esta existencia? 

¿Qué voluntad, qué sentimiento, qué pensamiento, qué inteligencia la determinarán, la harán surgir de lo desconocido? 

  

Responderé: 

la puesta en escena, el director escénico. Este artista hará nacer, por la expresión del arte escénico, que es su secreto, el espectáculo…Creo que el jefe absoluto en el arte escénico es el metteur en scene.”  

 

Pitoëff analiza esquemáticamente pero luminosamente los contactos que se van haciendo entre director escénico, actor, obra, autor y demás elementos de teatro. Frente a la obra por representar, entiende que el director debe estudiarla concienzudamente, tratando de penetrar hasta las intenciones primarias del autor, en sus ideas y orientaciones, realizaciones e impotencias.


Gemiré

   

afirma que el buen director de escena no debe ir nunca más allá de las intenciones del escritor; jamás le estará permitido traicionarlo, ofuscándose por un lujo inadecuado de traje, decorados y accesorios. 

   

“Mantiénese constantemente como el servidor del poeta. 

Sólo tiene una finalidad: la expresión del texto; 

sólo una ley: el respeto religioso del texto. 

Toda su inspiración viene del texto, únicamente de él”.


Doat 

    

manifiesta que el director escénico es un artesano que en el orden artístico recrea estilo, ritmo y vida con materiales ajenos; y en el orden social es un traductor –también de materia ajena- frente a la colectividad; es un representante del pueblo ante la obra que ha de realizar según los conocimientos que tiene de la colectividad.


Gordon Craig  

   

surge la convicción de que cada director escénico ha sido previamente actor. Y, aunque es lo corriente, no cabe creer que sea lo obligado. 

  

Son necesarios dotes de organizador, talento creador. 

  

El comediante hecho únicamente en el oficio suele tener visión parcial y limitada de su arte. 

El director, en cambio, ha de estar en el juego del conjunto. 

El cómico realiza siempre su arte en el presente; 

el director concibe la integralidad futura de la representación a la que aspira a llegar tras los tanteos de los ensayos, pero que dejará de pertenecerle, pues pasará al presente del actor, desde el momento que se abra el telón para la exhibición ante el público.


Berrault  

  

hace el inventario de las funciones del director escénico: 

   

“la función del director escénico es mucho más complicada de lo que se cree. “Montar” un espectáculo no consiste solo en la parte esencialmente artística, sino exige también que se puede dirigir todo cuanto se halla en torno de la parte artística. 

  

No consiste solamente en hacer representar a los actores o en aceptar o rechazar proposiciones del decorador y del músico; es necesario, también poder representar en lugar de otros, dibujar en lugar del decorador, orientar al músico y aún no está todo dicho.  

  

Sólo se es metteur en scéne verdaderamente libre, 

   

¿cuando uno mismo puede hacer sus gestiones ante la sociedad ?, 

cuando se conoce el precio y la calidad , 

  

¿cuando se sabe fiscalizar?

, cuando se puede vigilar la sala durante el ensayo general, 

  

¿cuando se sabe leer el plano de la sala y el monto de los ingreso?, 

cuando se calcula el número de horas de trabajo del personal, 

  

¿cuando se previene, cuando se juzga si aquella actriz necesitará o no el rodete en su peinado?. 

Únicamente cuando se está al cabo de todo ello se ha adquirido el derecho de sentarse en una butaca, de mirar trabajar a otros y de intentar mejorarlos…”  


El director Argentino

   

Hoy día se podría decir en el ámbito del teatro independiente de argentina que un director contemporáneo de teatro independiente, tiene en su capacidad de crear toda una puesta en escena, desde el diseño de luces y escenografía, hasta el color de telas del vestuario, desde la elección de la música hasta la construcción de escenografía, desde la limpieza de la sala,  hasta  la carga y descarga de escenografía, desde la contención del grupo que compone el elenco y de cada uno en particular hasta la gestión de lugares para presentarse y su correspondiente publicidad.  

En cuanto al trabajo específico sobre una obra creada o sobre una puesta a partir de una obra ya escrita, su adaptación o creación colectiva o individual (a partir de ideas que toman forma de la mano de los actores en las improvisaciones), el director debe ser libre al crear, utilizando su imaginación y sus instintos, sus conocimientos y su psiquis, y todo lo que puedan aportar los actores desde sus dotes, creaciones, capacidades y arte.

        

 

TEATRO TECNICO PARA ACTORES GRUPOS Y SALAS PRODUCIDA POR CARLOS CANAVESE (R) 1999