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ESCENA - VOCALIZACION - CUANDO EL ACTOR HABLA 

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PENSAMIENTOS NEGATIVOS QUE PUEDEN PERJUDICARNOS A LA HORA DE HABLAR EN PÚBLICO

Nuestra mente juega un papel fundamental en nuestra vida diaria. ¿Qué tipos de pensamientos podemos detectar cuando sentimos y padecemos este miedo a hablar en público, a intervenir en cualquier contexto cotidiano? Vamos a ir señalando algunos de estos pensamientos o imágenes, que nos pueden paralizar, asfixiar, hacernos temblar o, por el contrario, si somos capaces de dominarlos y encauzarlos, podremos dar un sentido mayor a nuestra intervención, lograremos ser más eficaces. Analízate si te encuentras en algunas de estas situaciones, pensando lo siguiente:

a) Anticipo consecuencias desfavorables y negativas, antes de emprender la tarea de hablar en público:

- “Los demás pensarán que sólo digo tonterías, que lo que comento es muy obvio y se reirán de mí...”

b) Evalúo negativamente esta situación de hablar:

- “Odio expresarme en voz alta, es horrible y monstruoso hablar, no me gusta nada...”

c) Realizo una valoración negativa de mí mismo, reprochándome mis escasas o nulas capacidades:

- “Nunca sabré hacerlo, no soy capaz de hablar. Otros valen pero yo no he nacido con esas cualidades y dones innatos...”

d) Absolutizo mi fracaso:

- “Lo hago todo mal y no podré nunca aprender; si intervengo va a salir desastroso; mejor quedarme callado y no participar, porque si meto la pata con algo, será todo un horror...”

e) Obsesión por las reacciones fisiológicas o psicosomáticas:

- “Me estoy poniendo nervioso y los demás se van a dar cuenta. Seguro que los demás ven cómo me están temblando las piernas detrás de la mesa. Estoy convencido de que se van a reir de los tics que hago con la boca o con la ceja. Se estarán fijando constantemente en cómo me tiemblas las manos o cómo estoy sudando...”

f) Evitación o voluntad de escapar de la situación estresante:

- “Estoy deseando que esto termine cuanto antes. Iré más rápido para acabar pronto y pasar peor rato. ¡Quiero desaparecer, evaporarme, que nadie me mire más ni note que estoy aquí...!

g) Generalización de las situaciones anteriores de fracaso:

- “Recuerdo la primera vez que hablé lo mal que lo pasé. Seguro que va a ser siempre así. Nunca lo voy a superar. Ahora estoy cogiendo miedo hasta ir a escuchar una conferencia. Me pongo nervioso de pensar lo mal que se pasa...”

h) Utilización de comparaciones dañinas y destructivas.

- “ No llegaré nunca a hablar como fulanito. No podré persuadir y convencer como menganito. Si tuviese la capacidad y la habilidad de zutanito...”

i) Agrando o disminuyo un detalle de la intervención.

- “En cuanto me trabé la lengua con aquella expresión del principio, ya no pude centrarme, me puse nervioso/a y fue todo un desastre”.

j) Síntomas de culpabilidad que atenazan

- “Si fuese diferente a como soy, seguro que lo haría mejor”.

k) Sometimiento a las etiquetas que el entorno social pone.

- “Siempre he sido considerado/a algo torpe para expresar bien mis ideas”.

l) Sobreresponsabilización de fallos de otros.

- “Fracasé con la intervención porque se oía muy mal y nadie me entendía. Los micrófonos no los supe utilizar”.

m) Inestabilidad emocional –todo lo ves oscuro o negativo- que acarrea una percepción irreal de la situación

CONCLUSIONES. La conducta de hablar en público no es heredada ni recibida genéticamente, sino que se puede aprender y mejorar.

El público puede ser percibido como enemigo –aumentará en el orador el miedo y la ansiedad- o puede ser vivido como un grupo de personas con interés por la materia o el propio conferenciante.

Algunas pautas para aminorar la ansiedad: preparar ampliamente la documentación; establecer un guión o esquema de la intervención; tener una serie de anécdotas o ejemplos para introducirlos en el momento en el que nos podamos sentir perdidos al desarrollar el discurso; realizar ejercicios de relajación y darse instrucciones positivas.

Es fundamental detectar los posibles pensamientos negativos que pueden aumentar la ansiedad o el miedo al hablar en público. Al detectarlos, se pueden analizar. Al analizarlos, se pueden modificar.

Es normal tener cierta ansiedad al hablar, ya que de este modo esta tensión a la hora de participar aumentará la eficacia en nuestros mensajes. No es raro ni infrecuente sentir este miedo.

Evitar las situaciones que no nos gustan, como el exponernos a hablar en público, no lleva a ningún lado. Por el contrario, afrontar estas situaciones ayuda a superarlas

Nuestra imagen ante los demás. La norma básica para presentarnos ante un auditorio de forma correcta es adecuarnos al contexto. Se trata de algo sencillo que tiene como base el sentido común, pero que tiene algunos matices a los que debemos prestar atención.

En primer lugar tenemos que, como siempre, prever el atuendo de nuestro auditorio. Si se trata de una reunión de trabajo entre colegas que suelen vernos cada día, es aconsejable que no se note que nos hemos vestido para hablar. Las personas que tienen grabada una imagen habitual de nosotros no se sorprenderán si les hablamos vestidos como cada día; de otro modo, si nos engalanamos de una forma distinta, puede interpretarse como un signo de ‘novato’, es lo mismo que decir «esta presentación me impone y por esto me he vestido así».

En el caso de que el auditorio no nos conozca, la norma es la misma: no llamar la atención en exceso. Aunque lo importante es transmitir presencia y un estilo propio, no debemos caer en los excesos: vestirse como para ir a una boda o como para ir a la playa es totalmente inadecuado en todos los casos; nuestro atuendo tiene que oscilar entre estos dos extremos adecuándose al contexto.

Nuestra posición ante el auditorio también es importante. Si por ejemplo vemos a un ponente que no se levanta para hablar, cuando los demás lo han hecho, podemos interpretar que se ‘esconde’, que no tiene seguridad en sí mismo y que su mensaje es apagado y le importa poco. Si los demás lo han hecho, nos guste o no, tenemos que levantarnos para hablar, con ello daremos presencia a nuestro discurso y podremos utilizar con más comodidad el lenguaje corporal. Si se trata de una reunión pequeña, y los demás han hablado desde sus puestos, sin levantarse, podemos hacer lo mismo aunque, eso sí, asegurándonos de que se nos oye en toda la sala con claridad.

Como ya hemos apuntado, una de las herramientas útiles que marcará nuestra imagen ante los demás es nuestro lenguaje corporal. Podemos utilizar nuestra cara (que marca la expresión) y el resto de nuestro cuerpo (que llamará la atención cuando sea oportuno, que acompañará nuestro mensaje y que puede dar una imagen desenvuelta que nos ayude a mostrarnos con naturalidad). En los dos casos, es imprescindible no exagerar los gestos para mantener la sana imagen de naturalidad que queremos dar. En nuestro ensayo previo ante el espejo, veremos que, según hablamos, nuestras expresiones cambian: aseverando, negando, sorprendiéndonos, dudando... Los registros faciales son múltiples y agradecidos en el sentido en que subrayan nuestro mensaje. Nuestro cuerpo también se puede mover: no se trata de que tengamos que pasearnos por la sala, pero sí de que nuestros brazos no se queden colgados, y que nuestras manos nos acompañen decididas cuando señalamos. Además tenemos que vigilar con los gestos recurrentes, si son ‘tics’ irremediables no podremos hacer nada, pero si los podemos evitar (por ejemplo un balanceo continuo, un giro de muñeca o retorcernos las manos continuamente) mejor. Tenemos que aparecer lo más neutros posibles, sin aspavientos, pero destacando y modulando con nuestro gesto nuestro discurso.

El Cuidado de la Expresión Corporal: Otra Faceta del Lenguaje Corporativo El lenguaje de un vocero que representa a una organización de voluntariado, debe cuidarse al máximo, su forma de comunicación no es solamente hablada o escrita, se comunica también por medio de expresiones corporales y hasta con los silencios. Es importante entonces que se esté consciente de cómo una expresión puede ser interpretada por la audiencia para bien o mal del ejecutivo en cuestión. La comunicación no verbal es parte importante del sistema de comunicación humano, genera percepciones y puede resultar una herramienta que bien utilizada será de gran ayuda. Los estados de ánimo se expresan por medio de gestos que muchas veces se descuidan y hablan a la Audiencia por nosotros. En cualquier entrevista que se sostiene hay aspectos que deben cuidarse como los gestos, la forma de vestirse y hasta el olor. La comunicación no verbal es un terreno poco explorado que no se puede ni se pretende analizar con el presente texto, sin embargo enumerar algunos consejos útiles y el porqué de ellos es una guía de utilidad para cualquiera. La comunicación no verbal puede dar o restar credibilidad al vocero en cuestión, tiene la facilidad de sustituir, apoyar o u oponerse al mensaje que se quiere dar.

El Vocero El vocero debe ponerse en el lugar de la audiencia, si el vocero se siente incómodo, nervioso o no le presta demasiada importancia a la audiencia, la audiencia se sentirá de la misma manera, es decir se dará cuenta que no es importante para el vocero y por la misma razón se desanimará y no se encontrará en disposición de participar. En cambio cuando un vocero habla con ánimo, entusiasmo y conocimiento del tema la audiencia replica el estado de ánimo y será participativa. Sin embargo también una actitud petulante y despectiva habla mal no solamente del vocero sino de la empresa que éste representa. Es de suma importancia poner enfásis en que hasta una presentación excelente puede ser mal percibida cuando no se prepara el vocero de manera correcta. El vocero debe estar motivado y gustar de su rol, debe también ser una persona creíble lo cual depende en un alto grado del conocimiento que tenga del tema en torno al cual está hablando. Cuando el vocero no tiene pleno conocimiento de lo que va a hablar, esto es visible para la audiencia, por ello se recomienda la comprensión de lo que se hablará ante el auditorio. El ensayo también es recomendable, preparar una guía de la plática con frases generales y ensayarlas de manera constante sin aprendérselas de memoria.

La Cara La cara debe reflejar confianza y sencillez, el abuso en los gestos puede llevar a ser percibido como actor. No se debe gesticular o poner cara de “x” o “y” lo más recomendable es una gesticulación normal y se sugiere también una sonrisa cuando la situación o el comentario lo amerite, esto debido a que si se abusa de la sonrisa puede verse fingida, con medida el recurso de la sonrisa puede llegar a ser de mucha utilidad para relajar un ambiente.

La Vista La vista tiene un papel preponderante en la comunicación humana. Lo principal es establecer contacto visual con los miembros de la audiencia o con su entrevistador, buscar un punto fijo en el fondo del salón o bajar la mirada para leer el discurso o ver la mesa o escritorio es un recurso muy utilizado para evadir el nerviosismo, sin embargo para su audiencia este acto puede llegar a denotar desinterés o poco conocimiento del tema abordado. Asimismo mirar al auditorio le puede ayudar a detectar el grado de interés del mismo.

La Postura Al pararse frente a un auditorio o presentarnos a una entrevista la sugerencia es mostrarse relajado y natural. Actitudes acartonadas o demasiado estudiadas pueden resultar excesivas para la audiencia y podrían arruinar la espontaneidad del mensaje que se quiere brindar. Para una audiencia pequeña, relajada o muy informal lo mejor es permanecer sentado. Para una audiencia numerosa o seria es más recomendable permanecer de pie. Para romper con la inercia de una plática extensa o prolongada frente a un auditorio numeroso lo mejor es moverse sin mostrar nerviosismo y tratando de que los movimientos sean para enfatizar el mensaje que se quiere dar. Una opción es brindar ejemplos y moverse para ello del podio designado.

 

TEATRO TÉCNICO PARA ACTORES GRUPOS Y SALAS PRODUCIDA POR CARLOS CANAVESE (R) 1999